29.4.07
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Para quitarme el mal sabor de boca, después he recuperado "Charada". Desde que hice las obras del piso, no tengo muy controladas las cintas de VHS, así que una afición de mis ratos ociosos es coger una cassette al azar y darle al play. En una cinta tenía "Santo contra el cerebro de Frankenstein", "Los cazafantasmas" y a continuación "Charada". Fuera llovía y me había sobrado guacamole, así que una nueva sesión de esta obra maestra del suspense romántico del siglo de oro desde una manta me parecía el mejor plan. Así ha sido. Ojalá todas las películas fuesen así.

P.D.: Jim Carrey, ahora me caes mal, como a todas las personas decentes.

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No suelo hacer mucho caso al señor Gasset pero esta vez me atreví a seguir el criterio de su programa respecto al Nº 23 y parece que he acertado. A mí Joel Schumacher me parece un director muy irregular, capaz de entusiamarme con UN DIA DE FURIA, de interesarme con ASESINATO EN 8 M/M, de hacerme pasar la tarde con EL CLIENTE o TIEMPO DE MATAR y de estomagarme con sus dos BATMAN.

En cuanto a CHARADA, de vez en cuando me pongo el cd de Mancini que me autoconfeccioné (con la susodicha, o el MOON RIVER cantado por la Hepburn en la ventana, o SED DE MAL, o DIAS DE VINO Y ROSAS, o EL PEQUEÑO ELEFANTE, o 6 o 7 versiones de LA PANTERA ROSA, hasta llegar a REMINGTON STEELE) y me hago la comida tan ricamente, con los plugins del Winamp puestos en HI-FI total.
 
Olvidas decir cuál era el criterio de Gasset que seguiste, ¿sí o no a "23"?

Y Mancini yo creo que es una de las primeras cosas que oí en mi vida, y puede que lo que más. Mi padre es un fanático absoluto. Fueron mis nanas.
 
NOOOO, of course.

MOON RIVER es de las canciones, junto con el QUALSEVOL NIT de Sisa, que, nada más oirla, eyaculo por el lacrimal.
 
Con que viendo Charada y aborreciendo a Jim Carrey, eh, Cachiporrax? Si le pulimos un poco el gusto en las artes gráficas, acabaremos por hacer de usted una persona de provecho...

Me alegra coincidir por una vez con el Zurdo: el mambo inicial de Sed de mal es PRODIGIOSO.

Y en otro orden de cosas, me puede decir el libro sobre el padre Kircher que se agenció? todo lo que encuentro es muy caro.
 
Ya me parecía a mí, Fer...

Ran, yo sigo teniendo fe en Jim Carrey, en su faceta de payaso, a la que sigo respetando mucho, porque soy así de risueño. Siempre lo defenderé como un heredero del cine de slapstick de los años 20-40. No porque sea comparable, sino porque para bien o para mal es el único heredero de todo aquel cine de payasadas sin complejos. Lo era, quiero decir. Su cara de goma le hace reír a mi yo infantil. Pero siempre me han gustado Wilder o Donen.

Y de Kircher no me compré nada. Leí de la biblioteca el único que encontré, "Athanasius Kircher: la búsqueda del saber de la antigüedad" (Joscelyn Godwin, Ed. El Escorial, Swan, 1986; colección Torre de la Botica, nº 8). Una breve biografía y a continuación un resumen de todos sus escritos, por temas generales, y profusamente ilustrado. Imagínate si me enganchó que confieso no con poca vergüenza que hice unas cuantas FOTOS DEL LIBRO CON EL MÓVIL. Todavía las tengo...
 
Yo soy adicto a Carrey en DOS TONTOS MUY TONTOS, EL SHOW DE TRUMAN, el biopic sobre Kauffman, la que hace de esquizo con hijos gordinegros, CABLE BOY, la del cine Majestick y OLVIDATE DE MI. Las demás, o me irritan o me aburren. Y, como ya dije antes, su presencia en la batimariconada de Schumacher me hace hervir de indignación.
 
Totalmente de acuerdo. Pero es que además yo adoro los dos Ace Venturas y "La Máscara". Me encantan. Supongo que no se te han olvidado, sino que te irritan...A mí me mola. Y tengo por ahí un puñado de videos de Youtube, desde entregas de premios de la MTV a sketches de 'In living color' que me parecen muy graciosos. Ah, y me olvidaba de "Una serie de catastróficas desdichas", que está bastante bien. Para niños también, como yo, y muy deudora de Tim Burton, que también me gusta. Nada de prejuicios, el tío es muy buen cómico. Si se le compara, yo qué sé, con Al Pacino, pues sobra, parece un prigao, pero para reírse mucho a mí me vale.
 
Tanto las entregas de premios como las catastróficas desdichas no las he catado. Aunque esta última estuve a punto de verla con Casilda en los multicines del megacentro comercial de Benidorm pero nos dio un poco de grima todo (el cartel, el megacentro y la cola de subseres levantinos) y, al final, pasamos.
 
Pues la de las Desdichas creo que te la puedo recomendar, para una de estas noches ociosas de tormenta. Es un cuento con mucha imaginación y de tono gótico; para niños, pero gótico, y con muertos de por medio. Jim Carrey sólo hace de una especie de polichinela oscuro y malo que vive en lo alto de un castillo, no hace de histriónico papanatas de finales felices.
 
A ver si sale de una vez: Cimitarrax, por qué no cuelga esas fotos aquí? se lo digo porque ese libro no parece estar en el catálogo de las bibliotecas de Barcelona y me haría gracia ver los grabados. Por mi parte, pienso volver a pedir el que cogí hace tiempo, que era de Siruela, y escanear las imágenes ahora que puedo.

Para mí, las herederas legítimas de las pelis mudas de mamporros y tartazos son las comedias chorras de los Zucker, que siempre me han gustado mucho. Nadie habla de ellas ahora, que se reivindican todas las bostas de los 80, pero todo el mundo las ha visto y se ha reido a base de bien.

Y para pesao e irritante, Al Pacino justamente.
 
Eso de las Desdichas suena burtoniano, tal como vd lo cuenta. A ver si la ponen por la tele o algo y la veo.
 
Rancio, no puedo colgar las fotos del móvil, o mejor dicho no saco tiempo para averiguar cómo. Si pudiera ya habría llenado esto de flamantes imágenes de mi cotidianeidad, modernas capturas de urban decay, mis posados con famosas o exclusivas fotos de conciertos y otros lugares a los que todo el mundo debería haber asistido (es broma). De todas formas, los grabados que fotografié no eran nada que no haya escaneado alguien antes en alta resolución: la Torre de Babel, la Genealogía humana desde Adán y Eva según Kircher, el mapa del mundo pre y post Diluvio Universal y otra serie de cosas que me cautivaron en aquella tarde tormentosa con John Zorn de fondo en la que devoré el libro. Supongo además que son los mismo grabados que aparecen en cualquier otro tomo del menda.

Y Al Pacino es un mostro, hombre, ¿te parece mal actor? "Tarde de perros" y "Pánico en Needle Park" son dos de las mejores películas que he visto, y no serían lo mismo sin él. Qué exigente...
 
Justo esas dos o sus padrinadas (me encanta la escena con el papable Vallone cuando le da el bajón de azúcar y pide naranjada y chocolatinas), o HEAT (por primera y única vez coincidiendo en escenas con De Niro), o esa con Sean Penn (donde éste hace de abogado judío drogata), o A LA CAZA, o CARLITOS' WAY, o la mejor para mí (FRANKIE AND JOHNNY, con la Pfeiffer). A veces se me hace un poco excesivo (ESENCIA DE MUJER, EL ABOGADO DEL DIABLO -versión aún más chorra de THE FRONT, repitiendo el papel satanásico que ya hizo De Niro en EL CORAZON DEL ANGEL pero en serie z-). Con Pacino me sucede como con De Niro, que hasta sus desmadres me resultan simpáticos (De Niro en esa basura sobreactuada de FANATICO me resulta entrañable llamando a la radio y acosando a Snipes, al que ama/odia -por cierto, ¿de qué me suena esta trama en la cibervida real? he, he, he-).
 
Acepto las citadas de Al Pacino y hasta algunas más, pero sigo opinando que él y sus coetáneos y compañeros de procedencia tienen tendencia al histrionismo si actúan y a lo operístico si dirigen. Hicieron grandes películas, pero hace ya demasiado... Comparemos a Pacino con el Gassmann de Profumo di donna: no hay color. También es que yo soy un poco borde a ratos.
 
De ahí que considere ESENCIA DE MUJER un título menor y un poco irritante, entre otras cosas, por el constante "busque y compare" mental que implica tener, acechando tras el bisojo histrionismo de Pacino, la imagen mística de Gassman en su ceguera visionaria y pituitaria.
Y, por supuesto, no es casual que mi peli favorita de todos los tiempos, sistemas solares y dimensiones sea (no una norteamericana, con toda mi devoción por mucho del cine USA -básicamente, a partir de los 50- sino) LA GRAN COMILONA. Y que un pedo de Piccoli en si bemol o una sonrisa de Tognazzi autojaleándose por su último pastel moldeado con las nalgas de la Ferreol valga por toda la filmografía de Pacino y De Niro juntos. Ya digo, desde mi fanatismo por el cine USA cuanto más delirante mejor.
 
Jajajaja! yo me quedaría con Amici Miei, con las bofetadas en la estación de tren!
 
A propósito, Fer, el artículo sobre cine italiano no lo pude leer. Tiene extensión .wp5, eso debe ser del viejo Word Perfect...

Me apunto de momento La Gran Comilona. Yo de cine italiano ni zorra. Jaimito y Roberto Malone son mis referencias, ya te lo dije...

Y "Esencia de mujer" es ciertamente irritante. Pero la aprecio porque es la peli favorita de mi mamá, y ella me mima.
 
Ya que se ha mencionado AMICI MIEI y Fruno no ha podido degustar mi preclaro artículo, aquí les colapso este hilo con él. Bon profit:

LA GRAN COMILONA
(amar, comer, morir -dormir, tal vez cagar-)

«¿Cuál es tu mejor recuerdo de la cocina?» (HANNIBAL LECTER)

Hace ya tiempo, por mayo del 98, en la presentación de mi finada revista «El Corazón del Bosque» en el salmantino Café Moderno, Juanito Mediavilla (mítico co-creador de Makoki y mi partner en el evento) me habló de cuánto había significado en su vida cierta película italiana titulada «Habitación para cuatro». Yo quedé gratamente sorprendido ya que tal título es (junto con su secuela «Queridísimos amigos») uno de mis mayores fetiches cinematográficos de la vecina península. Nos pasamos un buen rato recordando las peripecias de los cuatro talluditos burgueses que, abandonando sus respectivas ocupaciones (o sus respectivos paros -en algún caso-) se lanzan a una desenfrenada vorágine de travesuras escolares gozosamente fuera de edad, bajo la consigna obsesiva (aquel galimatías de «la supercazzolla con scopolamento») lanzada a cada momento por el más patético de los personajes, el aristócrata arruinado que encarna Ugo Tognazzi (versión latina y crepuscularmente moderna de aquellos hidalgos barrocos que miraban con avidez las piltrafas roídas por sus pícaros criados). Le hice ver a Mediavilla algo en lo que no había reparado: el latente contenido psicotrópico de la consigna en cuestión («supercazzolla» en castellano vendría a ser algo así como superpipa y, en cuanto al «scopolamento», coged cualquier tratado drogata del insigne maestro Escohotado y leed un poco sobre la sustancia llamada escopolamina).
Ambas películas (dirigidas por Pietro Germi y Mario Monicelli, respectivamente -Germi moriría a medio rodar la primera, acentuando aún más el tono crepuscular de la cosa-) significaban el canto de cisne de la tragicomedia italiana (en el que tanto habían brillado los ya citados más Dino Risi, Luigi Zampa, Luigi Comencini, Vittorio de Sica o el Fellini menos esotérico) y, al tiempo, enlazaban con el trabajo cinematográfico que más me ha marcado en toda mi vida, la película de las películas, el título que me llevaría a una isla desierta (de verme obligado a responder al cuestionario Proust), «La gran comilona», de Marco Ferreri (director que, paradójicamente, no me interesa demasiado -salvo, aparte del mencionado, sus dos primeros trabajos en España, «El pisito» y «El cochecito», y aquella kafkiana fábula en busca del Papa perdido, «La audiencia»-).
Pero centrémonos en «La gran comilona». También aquí cuatro respetables y maduros burgueses deciden escaparse (la primera «Escapada», a comienzos de los 60, la habían hecho a dúo Gassmann y Trintignant en aquella inquietante historia de carretera que daría pie a tantas y tantas hijuelas -incluida la ibérica y bardemiana «El puente», el «París Texas» de Wim Wenders, además de, como inesperado y magistral broche póstumo, el «Ojos negros» del ruso Mijalkov-). Pero, a diferencia de otras escapadas, aquí el asunto no consiste en lanzarse por los caminos a recuperar la infancia perdida de travesura en travesura o preguntando a la esfinge del destino cada x kilómetros sino en recluirse en una hermosa mansión para comer, comer, comer hasta reventar (en el sentido más literal y terminal de la expresión). Los cuatro burgueses representan las cuatro grandes potencias del hombre: la pulsión de las convenciones, encarnada por el juez Philippe Noiret (juez-niño reprimido y puritano a quien su vieja tata masturba cada mañana); la pulsión de la belleza, encarnada por el exquisito Michel Piccoli (impagable su danza salomesca con la cabeza de res entre los brazos y su muerte tras un largo, interminable y definitivo pedo, fruto de un imponente atasco intestinal con connotaciones freudianas -personalmente, considero esta muerte muchísimo más conmovedora que la de todas las Traviatas que en el mundo han sido-); la pulsión de la aventura, encarnada por el intrépido Marcello Mastroianni (descendiente devaluado de Mafarka el Futurista y secreto objeto de deseo de Piccoli que morirá congelado en el jardín de la mansión al volante de un bólido de los años 30 que no va a ninguna parte); y la pulsión hedonista, encarnada por el cocinero Ugo Tognazzi (muerto tras comerse él solo una catedral de bizcocho decorada con huevos duros -símbolo arcano del último tránsito-, acompañada la colación de estimulación masturbatoria para agilizar mejor la digestión y acelerar el infarto); hay un quinto personaje, la Mujer (con mayúscula), encarnada (nunca mejor dicho) por una oronda Andrea Ferreol, madre, amante y compañera gástrica de los cuatro suicidas (su culo moldea una gigantesca torta elaborada por Tognazzi al suave meneo del retozo sexual y sus opíparos volúmenes acaban sintetizados en el postre que -muerto ya el cocinero- ofrecerá ella misma al juez Noiret como preludio del mutis de éste al otro barrio: postre consistente en dos inmensas tetas de gelatina con guindas como pezones).
Después de ver esta película, la tríada «amor + muerte + comida» aparecerá en mi obra de manera recurrente. Y es que me resulta difícil concebir una historia que defina mejor el tedio nihilista a que puede llegar esa clase social (la burguesía -la cual a todos nos marca, nos guste o no-) que tanto mal ha hecho desde el infausto día en que levantó la cabeza y se dedicó a desmontar y degradar todo lo que la sabia y ubérrima Naturaleza había construido. Sólo en el suicidio o en la huida hacia lo desconocido puede la burguesía redimirse: ahí está, como espléndida muestra, la narrativa de Drieu La Rochelle (la novela «Gilles», los cuentos recogidos en «Historias acerbas» o en «Diario de un hombre engañado», su apología del voluntario derniere adieu «Relato secreto»...) o de Mishima (la tetralogía «El mar de la fertilidad», o novelas tan desasosegantes como «El marino que perdió la gracia del mar» o «Sed de amor») y, naturalmente, ahí está ese filón de películas de los 70 (al que pertenece «La gran comilona» y, en un tono más amable -¿más amable?: hay mucha carga de profundidad...-, las ya comentadas «Habitación para cuatro» y «Queridísimos amigos») en las que los protagonistas deciden, de una u otra manera, apearse de un mundo día a día más dudosamente vivible (películas como «Themroc» -con Piccoli abdicando de su condición civilizada para transfigurarse en troglodita aullador-, como «Tamaño natural» -de nuevo Piccoli, decidiendo ahora que la única mujer en la que se puede confiar es aquella que se pide por correo como paquete postal-, como «El último tango en París» -con Brando olvidando las falacias del amor en las tetonas estrábicas, que diría Buñuel, de la joven María Schneider- o como «Teorema» -con toda una familia de clase media alta absolutamente sacada de quicio por un arcángel subversivo y pansexual-).
En una época como la presente, en la que la anorexia no se vive como disciplina mística y ultramundana para fundirse con el Absoluto, sino como capricho coqueto de las sociedades opulentas (¿por qué será que en Etiopía no abunda la anorexia pero sí la inanición?), lanzarse al vacío por el tobogán de la orgía pantagruélica es un final épico y honorable. Mishima se abrió el vientre a la manera ritual de su país para mostrar su más estricta intimidad. Reventemos nosotros, europeos de Maastricht (como en aquel glorioso final de los Monty Python -«El sentido de la vida»-), devorando los excedentes comunitarios antes que acaben tirados por las carreteras o arrojados al mar. O (uniendo el nihilismo erótico de «El último tango...» al nihilismo aperitivo de «La gran comilona») nutrámonos de las criaturas que agitan nuestra libido (como el famoso japonés que le tiró los tajos -a la par que los tejos- a su vecina holandesa). O (alternativa bulímica a «La náusea» sartriana), zampémonos a nuestros prójimos más tediosos (alegrando previamente su sosera con una guarnición de cebollitas y finas hierbas -según los sabios consejos del ínclito doctor Lecter-). O, aunando el hastío de Lecter con la filantropía de cualquier multimillonaria ONG (esos pitbulls del Mundo Libre disfrazados con pieles de cordero), resucitemos la drástica solución de Jonathan Swift para acabar con el hambre en Irlanda (aunque me da que en Sudamérica ya deben de estar en ello -por lo menos, con los gamines de Brasil y Colombia-). O lancémonos por el ingenuista campo de la cocina rural (como aquella simpática familia de matarifes en paro que inmortalizara Tobe Hooper).
Porque, si el Fin del Mundo llega, mejor recibirlo con un gran regüeldo que con un gran bostezo (y asumiendo como opción voluntaria aquel viejo refrán castellano -«de grandes cenas están las tumbas llenas»-).
Ah, y desde luego, tras la comida, infusión, copita de espirituoso y... unas intensas chupadas a la supercazzolla con scopolamento.
 
Tentetiesox: Rufufú, La gran guerra y Brutti, sporchi e cattivi deben estar en la dieta fílmica de todo hombre que se vista por los pies.
 
La última no la controlo. A no ser que su título en castellano sea muy distinto y me despiste.
 
Sí que debe conocerla: acabo de ver en el IMDB que aquí fue Brutos, sucios y malos. Va de una inenarrable familia de chabolistas romanos que tratan de robarle al patriarca (interpretado por el gran Nino Manfredi) el dinero de una indemnización por accidente que guarda bajo el colchón. Una cosa muy divertida y muy bestia, de las que ahora son inconcebibles.
 
Me suena lejanamente de hace mucho, mucho, cuando en TVE ponían (un día sí y otro también) películas italianas de los 60 (no como después, que era Tele 5 a tope de Alvaro Vitali y Edwige Fenech, y ahora Localia, con estas progreces repugnantes -por lo ñoñamente correcto- del cine vicino a partir de mediados de los 80).
El último que puso buen cine italiano en tv fue Garci (recuerdo, por ejemplo, descubrir en sus ciclos tertulianos joyas primerizas de Fellini como I VITELLONI o ALMAS SIN CONCIENCIA, con un Broderick Crawford impagable, terminal en su alcoholismo y magnífico en su patetismo, rodeado del plantel de característicos escuálidos tan del gusto de don Fede).
 
Aprovecho para añadir a la tertulia la filmografía italiana que sí controlo y me gusta: Tinto Brass, Dario Argento, Mario y Lamberto Bava, Sergio Leone y las primeras de Bud y Terencio. Sobre todo Tinto Brass. Su sola mención deja volar mi imaginación a un universo plagado de culos y tetas. Y las de Jaimito insisto que siempre han sido maltratadísimas, y tiene algunas muy buenas.

Perdón por interrumpir... El artículo está de puta madre, Fer. En mi videoclub "de autor" tienen casi todas las pelis de las que estáis hablando, me estoy haciendo mentalmente un menú degustación fabuloso.
 
Yo reconozco que me pongo enhiesto nada más ver a la Fenech pero sólo aguanto a Vitali en AMARCORD.

De Tinto Brass tuve mi breve sarampión cuando hizo un par de cosas con la Sandrelli (aquella de la tomatina de naranjas durante la cual ella follaba con un progre con aspecto de candidato por IU, y esa otra que pasaba cuando el Ventennio, que dirigía un hotel con su marido canoso y bajito) pero, a la tercera revisión de ambas, aquello me aburría soberanamente y la celulitis de la protagonista me llegó a empachar. He visto también CALIGULA, que se me hizo interminable y tediosa (y para ver en bolas a Helen Mirren la prefiero dirigida por Ken Russell -SAVAGE MESSIAH- o por Peter Greenaway -EL COCINERO, EL LADRON, SU MUJER Y SU AMANTE-: soy muy d'orsiano y la mezcla de carne y cultura es lo que me pone cachondo -o, si no, en todo caso, carne y terror, o carne y thriller, o carne y psychokillers-; la procacidad tal cual, tirando a descerebrada, me suele bajar mucho la libido). Creo que vi otra del tal Tinto por Tele 5, que pasaba en un burdel, con una tía morena, de pelo rizado y muy exhuberante, con cara un poco de pan, pero sólo me animaba en sus roneos lésbicos con otras compañeras de curro.
Un cine que me erotizaba mucho era el del primer Bigas Luna (BILBAO, CANICHE, RENACER) pero, cuando, a partir de LAS EDADES DE LULU y JAMON, JAMON, se convirtió en Bigas Brass (o Tintorello di Luna, a elegir) ya se me hizo insoportable (aunque reconozco que sí me puso el menage a trois con la Assumpta y la Medeiros en HUEVOS DE ORO -pero es que a mí la cosa lésbica, ya digo, me puede y me domina-).

Quien es un experto degustador del giallo (Argento, Bava) es Charlie Mysterio. Yo he visto algo (incluidas las parodias infectas del género hechas en España por Claudio Guerin o por Eloy de la Iglesia con Vicente Parra y/o Javier Escrivá haciendo de psychokillers a la caza de Eusebio Poncela y Pedro Mari Sánchez) y, reconociendo que las soporto mejor que a Brass, su rollo de revisión de Polanski en clave de serie z, a la larga, me deprime. Donde esté la Deneuve en REPULSION, que se quite todo.
 
Bien por Bava, bien por Leone, bien, pero menos (por artistilla creido a ratos) por Argento, PERO BRASS NOOOOOOO!

Respecto a las de Jaimito, bueno, esto está a punto de devolverle a la casilla de salida, Pituitatiax, pero con motivo del post 500 seremos indulgentes.

Sobre los de las progreces, este que digo de los chabolistas es de Scola, que suele pecar en ese sentido buenrollista, pero esta es todo lo contrario (mala hostia, humor negro,etc...) y por eso me resultó una sorpresa.

Y prometo parar ya.
 
Je je, Ran, yo es a que las películas de risas y tetas las tengo muchísimo respeto. Ya sean del bizco, de Sidaris (en este caso tiros y tetas), de Meyer, de Wishman, de Brass (la que dices, Fer, es "(Los burdeles de) Paprika", un sueño húmero personal recurrente hecho fotogramas), de Ozores, de Ízaro films, de Troma o de cualquiera que no se me ocurre ahora. Sé que es un género cutre y menor, pero yo lo reivindico.

Y no se me ocurre ningún plan mejor que un giallo o un spaghetti western para un sábado por la noche con un cubata.
 
Como servidor tampoco bebe, lo mismo va todo unido.
 
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