385. Captain Jack
© Lorraine Brevig.Acabo de leer en la revista Mondo Brutto el repaso que le da Galactus al yódel norteamericano. Nada más terminar la he dejado encima de la mesa y he aplaudido durante seis o siete minutos. Quería decirlo. Sólo por estas cinco páginas de exhaustiva información sobre un género tan desconocido y tan excitante, del que nada había escrito en castellano (al menos en ese tono desenfadado, y en el ámbito de la cultura popular al que tengo acceso), he sentido alivio por el desembolso que hice. Porque el resto del MB, ni frío ni calor. Me ha parecido un poco más flojo que la anterior entrega, aunque me temo que desgraciadamente se convertirá en una joya en el momento que salga la próxima. Bueno, al menos me he reído un poco con el artículo sobre las Tendencias; y también estoy planteándome recortar la segunda parte del texto de abs sobre superhéroes negros y graparla aparte con la primera, porque también es de esos artículos contingentes y necesarios.
Pero yo venía a hablar de
"Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto". En uno de los escupitajos de la sección Mondo Lirondo (la de "noticias breves", para entendernos) de la misma revista Mondo Brutto, dicen:
"Qué quieren que les digamos, "Piratas del Caribe 2" nos ha parecido una mierda, pese a que habíamos oído voces muy autorizadas que la equiparaban a los clásicos de Errol Flynn. Pues no, es una patochada para niños que dura dos horas y media.". En la lista de correo de Mondo Brutto, al día siguiente de ver la película y cegado por el entusiasmo, dije que si el espíritu de Errol Flynn se levantara de la tumba y se fuese al cine, estaría orgulloso del resultado; o algo parecido. Por tanto, no sé si ese "voces muy autorizadas" del
lirondo se refería a mi comentario en el foro, pero en cualquier caso (y aunque es verdad que es un síntoma paranoico considerarme destinatario) he decidido que es bastante legítimo apropiármelo, y me ha hecho ilusión. Soy así de simple.
La saga de
"Piratas del Caribe", a pesar de ser la enésima superproducción veraniega sacacuartos de Disney (esto no lo pongo en duda); a pesar de que indudablemente tiene detrás una desalmada estrategia mercantil para vender millones de parches y garfios de juguete a los niños; a pesar de que su campaña de promoción en España pasara por algo tan deprimente como comprar un espacio en las noticias de Antena 3 justo detrás de la sección de escalofriantes sucesos veraniegos (amén de haberle vendido a la cadena tres o cuatro bodrios de hace una década para emitir como superpeliculones que te cagas de estreno); a pesar de que la mano que mece la cuna financiera de la peli sea el malvado Jerry Bruckheimer (el Lex Luthor de Hollywood); y a pesar de contar con el guapito de Orlando Bloom (un soso con nombre de insecticida y percha de delantero del Real Madrid, que de hecho tiene un papel patético y de sosainas guaperas asesinable que no pinta nada) para atraer a la audiencia... A pesar de todos estos y de muchos otros hándicaps con los que partía la película, yo no puedo dejar de defenderla. Porque me parece que arrastra un perfume de cine clásico de lo más embriagador y muestra un respeto infinito por ese cine de aventuras que ya no se hace, que ya no hace ni Disney, desde hace lustros (artesanal, imaginativo, folletinesco, trepidante, para todos los públicos...
erre.ele.stevensoniano,
salgariano y
errolflynniano, en definitiva); y porque tiene un guión que está muy bien hecho y que engancha, a poco que uno ponga interés y se deje llevar.
No hay duda de que es demasiado larga y enrevesada. A mí también me toca las pelotas que las películas de ahora tengan que durar más de 150 minutos para justificar la inserción de suficientes batallas y efectos especiales. De hecho, creo que el exceso de metraje es lo que la ha traído tantas malas críticas, porque la primera hora y media me parece perfecta. Redonda: la huída de Jack Sparrow de los aborígenes de la isla o el duelo encima del molino me parece que deben pasar a la historia del cine de aventuras, y lo justo sería recordarlas muy cerca de escenas como la carrera de Indiana Jones perseguido por la piedra rodante, la carrera de cuádrigas de
"Ben-Hur", la espantada a la caza de terrenos en el Salvaje y Lejano oeste de
"Cimarrón", Bruce Lee rompiendo espejos en
"Operación dragón", King Kong sobre el rascacielos, Elliot volando sobre la luna con E.T. en la bici... Del mismo modo, creo que el capitán Jack Sparrow merece acceder al Olimpo de los personajes legendarios del cine
mainstream, y tener sus propias figuras articuladas de acción, pues claro que sí. Creo que es innegable que el respetado (cuando menos por el gremio)
grunge Johnny Depp ha sabido especializarse en papeles marginales y bien escogidos, y ese pirata de inmerecida reputación, amanerado, zumbado, fullero y que parece haberse caído de un cocotero, es una verdadera maravilla. La escena final, cuando Jack se lanza contra el kraken después de dejarle claro a la moza que es una pirata de tres al cuarto como él, en mitad de una Perla Negra en descenso a los infiernos, me pone los pelos de punta.
Yo he disfrutado con esta aventura como un crío. Y es que por supuesto que es una película para niños, en la misma medida que
"Robin Hood",
"Excalibur",
"Los tres mosqueteros" o
"La isla del tesoro" ( por citar ejemplos cercanos y puramente
errolflynnianos de la época dorada de Hollywood) eran películas para niños; pero para niños a los que los cineastas consideraban menos gilipuertas que el actual
target infantil al que van dirigidas auténticas mierdas como
"Shrek",
"Garfield",
"Harry Potter", todo lo que hace Santiago Segura...
Después de haber visto la película por segunda vez, creo poseer la certeza de que no tiene tantos agujeros argumentales como he oído por ahí. Es complicado seguir el hilo, con tanto contramaestre, filibustero, galeón fantasma, patente de corso y el incesante vayvén de los personajes, pero yo espero con ganas la tercera entrega para ver cómo desfacen los (pocos) entuertos que quedan, y crean más. Pero a pesar esas dolencias, de la innecesaria concentración que exige tratándose de un producto tan ligero, entre la confusión se esconde una de las mejores historias de amor y celos que yo he visto en muchísimo tiempo. Cuando el pirata canalla con rimmel se pinche a la guapa y ésta se haga bucanera y haga pasar a Orlando Bloom por la quilla de una puta vez, se habrá cerrado el círculo y el cine comercial palomitero nos habrá hecho otro favor a los aficionados a las emociones sin prejuicios. Que en Sundance o en
Dogmalandia se lleven las manos a la cabeza, como espectador lego no me quita el sueño. A mí me gustó muchísimo.
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