Twit #00032
En un comentario del último tuíter que puse, C. Rancio me decía que no desprecie la política, que también tiene su lado divertido (espero que me permita que edite su frase para resumir). Y me quedé un rato pensando qué responder, porque como decía en el post, yo procuro pasarme las 24 horas del día sumido en una existencia ficticia, imaginándome que vivo en el país de la piruleta, que mis vecinos son los Flanders, que Superman existe o que tengo poderes mutantes latentes que me permitirán en breve detener el tiempo y poder meter mano a todas esas muchachas que se pasean al otro lado de la ventana ataviadas primaveralmente, sin que se den cuenta. Las noticias de la tele me aburren como a un niño de tres años, salvo cuando sale un ligre, anuncian la gira del Camionosaurio o narran las aventuras de un asesino en serie que deja románticos mensajes con pintalabios. O cuando sale Lindsay Lohan entrando o saliendo de detox en minifalda, claro.
Por lo demás, al único entertainer al que sigo, con un bol de palomitas en cada mano, es a mi amigo imaginario Sánchez-Dragó, porque me recuerda al cuentacuentos de la vieja serie de Jim Henson. Si pudiera leerme, le recomendaría que diese las noticias delante de una chimenea, fumando en pipa y con un sombrero de Merlín, y ya sería mi programa favorito de todos los tiempos.
(Inciso: una ayudita, por favor: ¿alguien me puede traducir del fernandosánchez-dragués al castellano, y aclararme a quién va a votar don Fernando, a juzgar por estas declaraciones? Lo pido en serio).
Ayer también me reí un rato viendo el intercambio de berrinches entre Gallardón y Miguel Sevaahostiar en TVE 1, porque dejaron en ridículo a los guionistas de los muñegotes de Canal +. No sé si a esto se refería Ran. Yo casi lloraba de la risa. Me recordaron a los personajes de "Muertos de risa" de De la Iglesia. Pero... ¿a quién voto?, ¿a Faemino o a Cansado?, ¿a Martes o a Trece? Estoy en un sinvivir...
También son cachondas las entrevistas que salen de vez en cuando con los alcaldes exóticos que adornan los consistorios de muchas de las pequeñas pedanías de nuestra piel de toro: Yola Berrocal optando a la alcaldía de Marbella, el alcalde cantarín, el alcalde deportista, el alcalde pijo, el alcalde gruñón, el alcalde filósofo, el alcalde rockero, los dos albinos con tupé que se presentan en Villarriba, el hombre púrpura tuerto de Villabajo, un alcalde gay y vampiro del PSOE de no sé qué pueblo (éste es de verdad, que yo lo he visto) o ese divertido chimpancé con estrías que quiere revalidar su trono en la Presidencia de la Comunidad de Madrid.
A lo mejor la parte jocosa está en los tropezones con que los políticos quitan hierro a sus asuntos de vez en cuando. Como esas imágenes tantas veces vistas del parlamento canario lleno a rebosar de funcionarios partiéndose de risa; el magistral traspiés de "Viva Honduras"; lo de "Manda buevos"; el inolvidable "Te pego leche"; o el "Se sienten coño"...
Todos esos programas que hacen risas a costa de la actualidad de los políticos (desde el primer CQC, ahora son casi todos: esa cosa tan horrible de Eva Hache, Buenafuente, Aquí hay tomate...) no me suelen hacer gracia. No hay cosa que me guste menos, de hecho. Poner un video de Aznar diciendo que "si bebes conduce", y a continuación risas enlatadas y un supuesto cómico poniendo cara de perdonavidas diciendo que qué infame que es ese señor, o el otro, con cualquier penosa ocurrencia. Y el gallinero que se sujeta el pecho para no partirse de risa. De verdad que no entiendo dónde le ven la gracia. ¿Por qué a la gente le satisface que le digan lo que quiere oír, contado jocosamente por un payasete desde su tribuna-parapeto de superioridad moral? Si acaso me hace un poquito de gracia escuchar a Jiménez Losantos en la COPE, cuando lo ponen en los zapping de la tele, poque es visceral, es sincero, se deja el pellejo, se devana los sesos buscando símiles hirientes hacia ZP, y es innegable que el tío es ocurrente. Terriblemente real, terrorífico, pero tan disparatado que se te escapa la risa condescendiente.
No hay ninguna diferencia con lo que hacen Cuatro o la Sexta persiguiendo a la derecha, pero estos lo hacen sin ninguna gracia. A lo mejor esperan que su audiencia les tire cacahuetes, si no no lo entiendo. Aunque me considere algo más cercano a la ideología de la izquierda, me da bastante ascopena escuchar los mismos chascarrillos siempre hacia los cabecillas del PP, hacia Julián Muñoz o hacia Franco con el video ése en el que lee un discurso en inglés. Me provoca mucho malestar, me da mal rollo. No lo pillo. Alguien debería decirles que es como el chiste del perro Mistetas: que cuanto más lo repitas menos gracia tiene. Que cambien de rollo, porque da grima.
¿Qué más cosas hay divertidas en la política? Yo encuentro muy pocas. De verdad que no me hace mucha gracia. Sí, sé que es un cliché, que es la opción más fácil renunciar a nuestros derechos democráticos y constitucionales (ja, esto sí tiene su gracia), y no pretendo desligarme de ese alto porcentaje de gente que no hemos votado ni votaremos nunca, por dejadez, por aburrimiento, por absoluta falta de interés. Sé que no digo nada original, ni lo pretendo. Pero es lo que pienso, y lo he pensado muchas veces, claro. La frase que me gusta usar es que a mí los políticos me importan tanto como yo a ellos. Por eso no les presto atención.
Por no hablar de aquello de que casi todos los políticos son talmente como Joe "Diamante" Quimby (el alcalde de Springfield) o los que salen el los chistes de Forges. Incluso peores. A menudo la realidad de sus actos de picaresca (o directamente delincuencia) superan la ficción.
Y eso es lo que más me jode: que se supere la ficción. La ficción mola mucho más, siempre. Insisto en la idea del twitidito anterior: me cago en el mundo real. Y voy a votar a mi gato.Etiquetas: Twitter
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