Twit #00054
Voy a poner algo, que me aburro. Esta mañana, por Malasaña / Conde Duque, entre un vermut y el siguiente he descubierto mi garito favorito de todos los tiempos. Todavía no he entrado, porque estaba cerrado, pero desde fuera me ha parecido como si estuviese viendo el escenario en el que transcurren muchos de mis sueños, o donde rodaron mis implantes de memoria: un bar pequeñito y recóndito, decorado al estilo de los años cincuenta. Con su jukebox, sus mesas, barra y cuadros de diseño retro, un tropel de detalles de flipado por lo yanqui añejo y un pantallón que emite películas de monstruos contra surferos en blanco y negro. Me lo he imaginado lleno de sandysues en falda de volantes y billyjoes en polo de football tomando batidos en pajita y devorando hamburguesazas de tres cuartos de libra, y ya he decidido dónde voy a organizar la cena de Navidad, aunque no haya sitio para hacer un concurso de baile por parejas, ni estamos ya para demasiados trotes. Porque una de las pocas virtudes que tengo es un poder de convocatoria bastante decente, entre mi grupo de amigos; que tal y como se han ido erosionando las relaciones entre alguno de ellos, no es moco de pavo. A lo largo del año no me canso de ir a saraos organizados por mis colegas que dejan bastante que desear (en cuanto a afluencia), sinceramente. Pero las pocas veces (una o dos al año) que decido darle a la gente la brasa por e-mail y organizar una kdd general, puedo presumir de que responden en masa, confirman enseguida, muy ilusionados, nos juntamos por docenas y se crea una gran expectativa. Y mola muchísimo. Cumplo años en pleno verano y nunca lo celebro, así que me quito la espinita en estas ocasiones, aunque sea sin obsequios ni protagonismo. Quizá sea por los precedentes, por cuatro o cinco reencuentros gloriosos que coordiné en el pasado, que quizá pudieron ser debidos a la casualidad, pero que hacen que mis amigos me consideren una garantía para este tipo de cosas. Es más, la mayoría ya me echa en cara de vez en cuando que qué pasa, que a qué espero para organizar la siguiente, que hace mucho que no nos vemos todos. Como si yo fuese el único miembro de nuestro conglomerado al que la gente no va a declinar la invitación. Como digo, es algo que me enorgullece, mantener intacta la relación con todos los viejos amigos de toda la vida, y me sorprende que algunos, a los que veo casi todas las semanas por separado, no quedan nunca ni saben nada los unos de los otros si no es a través de mí. Dejadme que presuma de este don, coñe, que es de lo poco que me queda. He pensado también decirle a la gente que vayamos disfrazados, como extras de "Grease", de "Cry baby", de "Pleasantville", de "Rebeldes", de "West side story" o cualquiera de esas, aunque sea como los Tiburones portorriqueños, que eran más discretos y mucha gente todavía se viste así. Me parece una chorrada, personalmente odio disfrazarme y además me veo a alguna de mis amigas atacada de los nervios la jornada previa, dejándose medio sueldo en una chupita de vinilo y unos zapatos de gamuza, y llamándome para preguntarme si se pone tal o cuál cosa (que sé de lo que hablo). Pero cómo me gustaría ver a alguna de estas, sobre todo a una, con el pelo a lo B52s o a lo Betty Page. En cualquier caso, me parecería muy gracioso, y más fácil para hacerlo perdurar en el recuerdo, que fuésemos todos al menos con un vaquero, una camiseta blanca, una chaqueta de cuero negra y un chicle de fresa ácida que haga enormes globos. Hoy pasando por la puerta me ha venido todo esto a la cabeza, y me ha hecho mucha ilusión. El martes me paso por el sitio y lo hablo con el dueño, o como mucho el jueves, que actúa Jay Jay Johanson en el Café La Palma, que está muy cerca, y aunque me parece un panoli, también hace mucho que me apetecía tomarme una copa y fumarme dos paquetes viendo a un crooner de renombre en directo.Etiquetas: Twitter
_____________________________________________________________________________________________